Ya estoy de vacaciones por el resto de mi vida. Esta vez eso mi da privilegios para hacer lo que me gusta y en un momento conveniente. ¿No se detiene el mundo debido a las vacaciones permanentes, las actividades son posibles e imposibles, o alguien piensa que organizar la caja de medicamentos no es un problema? Solo un ejemplo, porque tienes reuniones con amigos, tienes tarjetas, tienes pesca, nietos de vez en cuando, el cheque semestral y especialmente viajes.
Recuerdos de vacaciones? Muchos. Los que más me gustaron los pasé en Atafona, hoy el distrito de Santo Ângelo. ¡Era papa! Haga una bolsita con media docena de piezas de ropa, suba a su carreta Alfredo y llegue a la casa de la abuela Olinda. Olvidé recordar que en ese momento el teléfono no havia, la televisión, ni siquiera lo sabía que existía, y solo en la ciudad había electricidad, em la abuela só una linterna de oleo. Sin ese conocimiento, lo que realmente valió la pena fue el potro y el enorme árbol de canela en el médio. Un palacio lleno de sueños, aventuras y donde pastaban las vacas. Juega al torero y corre hacia el árbol, trepando sobre él para no ser golpeado por un cuerno. Adrenalina total
Aprendí a pescar Lambari con mi abuela, a ordeñar las vacas con mi tía Luísa, el gruñido, la palabra no puede ser su favorita. Con tía Lirinha, una persona dulce, todo era posible, bañarse en el barro del pequeño río, pan caliente con ponche de huevo, una pelea de almohadas. La cama tenía un colchón de hojas de maíz, almohadas y una manta de plumas de ganso, todo para divertirse saltando de cama en cama antes de irse a dormir.
Lo mejor. Pero lo mejor de todo, era sentarse con la abuela en el porche y hacer pequeñas muñecas y trapos de paja. Creativos, coloreados con el aroma de macela, estos eran tesoros navideños, mejores que los de casa, los que tienen cabezas de vajilla, porque no podíamos jugar demasiado con ellos. El tiempo de vacaciones hoy es para disfrutar cada día como si fuera el último. Y los ricos recuerdos, me voy de vacaciones con ellos.